19 de Abril de 2024
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UNA REFORMA FISCAL NECESARIA PARA LA REACTIVACIÓN ECONÓMICA

La reforma fiscal se enmarca en la agenda reformista que las distintas administraciones gobernadas por el Partido Popular están implementando en los últimos años como signo más evidente del cambio en las formas de gestionar lo público y la importancia dada a la gestión profesional de dichas administraciones. Una vez que se ha ganado credibilidad internacional (al cumplir con los objetivos de déficit público, al mejorar la calificación de deuda por las principales instituciones internacionales, por la reducción significativa de la prima de riesgo y, por tanto, del coste de financiación), es el momento de la reactivación económica. La gestión profesional requiere tomar decisiones paso a paso y no de cualquier modo. Esta reforma fiscal sin todas las reformas estructurales previas y sus logros alcanzados, no sólo sería ineficaz, sino que hubiera agravado la insostenibilidad financiera del sistema a la que nos llevó la caótica gestión previa. Por tanto, el Partido Popular ha creado el escenario, tras años de esfuerzos de los ciudadanos y de reformas de los políticos, en el que poder aplicar una de nuestras promesas electorales como es la bajada de impuestos.  Esta reforma fiscal afianzará la recuperación económica.


Además, la reforma fiscal es compatible con el compromiso de reducir el déficit, ya que como se han hecho las cosas bien, y se ha reducido la deuda pública y, poco a poco, se está disminuyendo las cifras de paro (aunque queda mucho por hacer), existe un ahorro por parte del Estado en el pago de los intereses de deuda y de subsidios. Así se reduce el  gasto público por sí mismo, sin necesidad de asumir nuevos recortes, y se empiezan a liberar fondos para fines más productivos lo que mejorará nuestra credibilidad internacional. Fíjense el cambio de 180º que está dando la imagen externa de España, que el propio ministro De Guindos es el principal candidato para presidir el Eurogrupo.


Mucho se ha hablado y escrito sobre esta reforma. Los contribuyentes ahorrarán 9.000 millones de €, ya que habrá una rebaja media del IRPF del 12,5%. Esto es, va a aumentar la renta disponible de los ciudadanos, con lo que es posible que se incremente el consumo, la cifra de ventas de las empresas y, de este modo, se puedan crear nuevos puestos de trabajo. Además, pese a la rebaja fiscal la recaudación no tiene porque bajar, ya que fruto de la recuperación económica que estamos atravesando, se prevé un ensanchamiento de las bases imponibles, esto es, el crecimiento económico será mayor (estamos ante unas previsiones del 1,8% para el año que viene). Además, la propia recuperación aliviará las arcas autonómicas ya que aumentarán también las bases a las que se aplican los impuestos.


Para aquellos que señalan que la reforma sólo beneficia a las rentas altas, indicarles que el tipo marginal medio de las rentas altas en Europa es del 45%, que circunstancialmente es el tipo máximo que recoge la actual reforma (y que no lo olvidemos es superior a lo que se pagaba al comienzo de la legislatura). El tipo vigente en la actualidad (52%) lastra la competitividad del país y reducía las oportunidades de inversión externa. Esto es, cuando un ciudadano con un alto poder adquisitivo y de generación de rentas decide dónde residir y por tanto establecer sus obligaciones fiscales evidentemente uno de sus factores decisorios es comparar los impuestos a pagar. Por tanto, con esa diferencia tan elevada de tasas impositivas se estaba consiguiendo que el domicilio fiscal de estos ciudadanos no fuera España y, por tanto, en el papel el 52% quedaba muy bien y recibía muchos aplausos, pero en la realidad no se traducía en recaudación que pudiera trasladarse a mejoras en servicios. Con esta equiparación a la media Europea, se atraerá nueva inversión externa, y se disipará el “efecto huida” de nuestros residentes. Por tanto, también podría traducirse en creación de empleo.


Sin embargo, los mayores efectos se centran en las rentas bajas, ya que las rentas menores de 12.000 € al año no tributarán. Con respecto a las rentas medias, se ha apuntado que la reducción en el tipo impositivo para estas rentas es insignificante. Hay que señalar que para liquidar el impuesto se multiplica dicho tipo por la base imposible. Es verdad, que la reducción del tipo para las rentas medias no es muy elevada, pero sí que lo es la bajada de dicha base imponible (aumento significativo del mínimo personal, reducción en la tributación del ahorro, nuevas fórmulas de ahorro con exenciones fiscales, aparición de nuevas deducciones acumulables de claro carácter social: deducciones a familias numerosas, a familias con ascendientes y descendientes dependientes -en cada caso hasta 1.200 € al año-, al tiempo que se mantiene la deducción para mujeres trabajadoras con hijos menores de 3 años). Por tanto, por un lado tenemos reducción de tipo impositivo y por otra de base imponible (aquí es dónde verán el beneficio principalmente las rentas medias).


En el ámbito del ahorro, la reforma de la tributación incentiva el ahorro a largo plazo, introduciendo progresividad en el tramo superior. Hasta 6.000 € (tramo en el que se encuentra la mayor parte de los ahorradores) el tipo impositivo baja del 21% al 20%, para situarse en 2016 en el 19%. Además se incentiva a los pequeños y medianos ahorradores con los planes ahorro 5, donde los rendimientos tendrán exención si la inversión se mantiene al menos 5 años (mejora de forma significativa la tributación de otras fórmulas de ahorro e inversión como los planes de pensiones). Estos pequeños ahorros que las familias daimieleñas mantienen para hacer frente a cualquier inversión de futuro, si se mantienen más de 5 años, no tributarán. Es evidente, que va dirigido a los pequeños ahorradores, ya que exige que se garantice el 85% de la inversión, así la rentabilidad no podrá ser muy alta y estará alejado de las inversiones más especulativas.


Con respecto, a los impuestos pagados por las empresas, hay que apuntar que el tipo de sociedades bajará al 25% (nos acerca al tipo medio de nuestro entorno) y las PYMEs podrán reducirlo al 20%. Además, se van a tratar de eliminar deducciones actuales (salvo las de I+D que se potenciarán, siendo conocedores del papel crucial que juegan en la competitividad futura de nuestro tejido empresarial), con el objeto de acercar el tipo medio efectivo al establecido. Por tanto, el objetivo es incentivar la competitividad y el empleo. Otra medida clave es la reducción fiscal a los autónomos. Se adelanta a julio la bajada de retención para los autónomos con menores rentas.  La rebaja general para el conjunto de autónomos baja del 21% al 19%.  Además, si la renta del autónomo no supera los 15.000 € esa tributación baja al 15%.


Una pregunta que se hacen los ciudadanos es si los impuestos han aumentado o disminuido desde que en 2011 el PP se hiciera cargo del gobierno nacional. Para todos aquellos con base imposible inferior a 90.000 € su tributación desciende, y lo hace especialmente cuando es igual o inferior a 20.000 €. Por su parte, las rentas superiores a 90.000 € pagarán más que cuando Zapatero dejó el gobierno. Esto son los datos, los hechos, las realidades…


Por tanto, esta reforma fiscal tendrá un efecto claro en las declaraciones de la renta de los daimieleños para el próximo año. Por ello, que la oposición deje de manipular las realidades, de hacer interpretaciones de la reforma claramente electoralista y se centren en hacer propuestas realistas y factibles, que se alejen del populismo y que se puedan llevar a cabo, y así seguro que se incorporan parte de sus propuestas de mejora en los proyectos de ley en su fase de debate parlamentario. Esta es la forma de mejorar y tratar de resolver los problemas de los ciudadanos, con hechos. El populismo y el intento de aprovechar el sufrimiento de nuestros vecinos, con fines cuanto menos discutibles, no resuelven los problemas.



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